Nathan Milstein (1903 - 1992) era llamado el “príncipe del violín” (y a la vez, el “príncipe del arco”). Harold Schonberg, en el obituario de Milstein publicado en The New York Times, escribió su famosa línea: “El podría haber sido, perfectamente, el violinista casi más perfecto de su época”.
Sin embargo, el nombre de Milstein es raramente mencionado o conocido entre el público oyente. Lo cual es triste, considerando la estima y admiración que tenían y tienen los violinistas profesionales y todos los músicos por él. Este problema puede explicarse muy fácilmente: Milstein no era un músico “comercial” que podía “vender”. Muy por el contrario, lo ahuyentaban las exigencias de celebridad y no era muy afecto a la publicidad.
Es un hecho poco conocido que la carrera de Milstein es la más extensa en la historia de la interpretación del violín: 72 años, desde su debut oficial tocando el concierto de Glazunov, con el mismo compositor dirigiendo la orquesta en 1915, hasta su último concierto en 1987 tocando el concierto de Beethoven con la Filarmónica de Nueva York, dirigida por Erich Leinsdorf. Un poco después de su último concierto, el violinista se rompió el brazo, llevando a su carrera a un abrupto “parate”. Una lástima, considerando que la saludable carrera del músico podría haber sido mucho más larga.
Nathan Mironovich Milstein nació el 31 de diciembre de 1903 (frecuentemente se dice el 31 de diciembre de 1904; el mismo Milstein declaró que nació en 1903) en Odessa, Ucrania, una ciudad del Mar Negro, siendo el cuarto niño de siete, en una familia judía de clase media que casi no tenía un trasfondo musical (a diferencia de Heifetz, por citar un ejemplo). Fue un concierto de Jascha Heifetz, con once años de edad, lo que inspiró a sus padres a formar en Milstein un violinista. De esta forma, comenzó a tomar lecciones de violín a los siete años de edad, lo que significa que no puede ser considerado un niño prodigio.
Su primer gran maestro fue Piotr Stolyarsky, también maestro de David Oistrakh. Desde joven, Milstein desarrolló una mente muy independiente, negándose a ser dominado por sus profesores. Mantuvo este carácter hasta su vida adulta, especialmente cuando trabajaba con directores.
Su oportunidad llegó en 1915: Milstein fue invitado a tocar el concierto de Glazunov dirigido por el mismo compositor, como parte de las celebraciones por su cumpleaños número cincuenta. En su autobiografía “From Russia to the West” (Limelight Editions) Milstein relata:
"En el ensayo toqué algo al principio del concierto a mi manera. Obviamente yo era un muchacho descarado –la presencia del compositor no me intimidaba. Glazunov me miró por debajo de sus quevedos y murmuró, “¿No le gusta la manera en que lo escribí?” Entonces lo toqué de esa forma, pero cuando el ensayo terminó Glazunov se volvió y me dijo “¡Tóquelo de la forma que usted quiera!” Porque vio que mi versión era mejor".
En 1916, Stolyarsky se dio cuenta plenamente del talento de su pupilo y lo trajo para una audición para el profesor Leopold Auer, también legendario maestro de Heifetz y Elman. El profesor quedó encantado, e invitó a Milstein a estudiar con él en el Conservatorio de San Petersburgo (cuyo director era en aquel momento Alexander Glazunov). Sin embargo, Milstein no pensaba muy bien de su maestro. De hecho, en el futuro haría comentarios despectivos sobre Auer. Una vez, en una entrevista, Milstein dijo: “Algunas cosas que han escuchado acerca de los grandes maestros no son más que mitos… Después de todo Auer no era maestro –sólo escogía alumnos que no lo necesitaban”.
En otra ocasión, comentó: “No siento que el profesor Auer haya tenido una gran influencia en mí. Era el ambiente y la atmósfera en la clase donde trabajábamos, porque había tanta gente joven, muy talentosa, tocando de los que se aprendía más que del profesor. En la clase de cincuenta o sesenta alumnos, solamente dos o tres tocaban”. Estos son comentarios muy fuertes, bastante ciertos, después de todo.
A pesar de ello, Milstein llamó a este periodo de estancia en la neoclásica San Petersburgo (o Petrogrado) como la más agradable de su vida. A lo largo de su vida, habló de su amor por la capital, recordando la grandeza y la atmósfera de la ciudad.
[[[Después de tocar varios violines distintos en sus primeros días, Milstein finalmente adquirió el Stradivarius Goldman de 1716 en 1945, que utilizó por el resto de su vida. Lo rebautizó “María Teresa” en honor a su hija María y su esposa Teresa.]]]
Cuando estalló la revolución de febrero de 1917 (no la Revolución de Octubre de los bolcheviques, sino aquella del gobierno provisional encabezado por Kerensky -¡un poco de historia rusa por aquí!), Auer abandonó Rusia para siempre. Entonces Milstein regresó a Odessa. Ahora su educación musical había concluido, a la edad de 13, y su carrera ya estaba construida.
Más tarde, la Revolución de Octubre de los Bolcheviques transformó Rusia. Al principio Milstein no sintió gran cambio. Más tarde, conoció al gran pianista Vladimir Horowitz en Kiev, 1921, y comenzó a dar conciertos (a veces, premieres rusas) a lo largo de todo el país, con gran aclamación por parte de los críticos. Eran conocidos como los “Nniños de la Revolución Soviética”.
Las más memorables de las performances de Milstein-Horowitz fueron los conciertos en Petersburgo, concluyendo con un legendario programa de una performance de Milstein del concierto de Glazunov, otra vez con el mismo compositor dirigiéndolo, y la interpretación de Horowitz de Liszt y Rachmaninov.
El punto de inflexión en la carrera de Milstein se produjo cuando León Trotsky les concedió permiso para salir del país hacia Europa y “mostrarles cuánto nos importa el arte”. Poco sabía Milstein que dejaría Rusia para siempre y que jamás regresaría (pero Horowitz volvió en 1987). Realizó sus estrenos en importantes ciudades europeas, cruzando el Atlántico hasta América del Sur. A pesar de tocar con grandes directores como Mengelberg, Furtwangler, Knappertsbusch y Muck, el público solamente comenzó a prestarle atención a Milstein cuando hizo su debut vienés, tocando ante una audiencia que incluía a Arnold Schoenberg, Alban Berg, Karl Amadeus Hartmann y el crítico Julius Korngold, quien escribió una delirante reseña del concierto.
En verano de 1926 mientras se encontraba en París, Milstein buscó al violinista Eugene Ysaye. Pero el belga dijo, “Usted toca bien Paganini, también Bach; ¿qué más quiere?” No obstante, Milstein pasó unos pocos meses con él, aprendiendo prácticamente nada, pero dejó París con la inspiración de Ysaye.
Interpretó el Primer concierto de Goldmark con la Orquesta de Filadelfia bajo la dirección de Stokowski en su debut en Estados Unidos en 1928. Obtuvo la ciudadanía norteamericana durante la Segunda Guerra Mundial, aunque después estuvo alternativamente asentado en París y Londres. También enseñó de forma particular y en la Julliard School y el Conservatorio de Zurich en sus últimos años, pero no hasta el punto de Menuhin. Dijo con respecto a la enseñanza: “Trato de no imponerles mi forma, no enseñarles a tocar, ni siquiera, sino ayudarles a pensar”.
Más tarde, la Revolución de Octubre de los Bolcheviques transformó Rusia. Al principio Milstein no sintió gran cambio. Más tarde, conoció al gran pianista Vladimir Horowitz en Kiev, 1921, y comenzó a dar conciertos (a veces, premieres rusas) a lo largo de todo el país, con gran aclamación por parte de los críticos. Eran conocidos como los “Nniños de la Revolución Soviética”.
Las más memorables de las performances de Milstein-Horowitz fueron los conciertos en Petersburgo, concluyendo con un legendario programa de una performance de Milstein del concierto de Glazunov, otra vez con el mismo compositor dirigiéndolo, y la interpretación de Horowitz de Liszt y Rachmaninov.
El punto de inflexión en la carrera de Milstein se produjo cuando León Trotsky les concedió permiso para salir del país hacia Europa y “mostrarles cuánto nos importa el arte”. Poco sabía Milstein que dejaría Rusia para siempre y que jamás regresaría (pero Horowitz volvió en 1987). Realizó sus estrenos en importantes ciudades europeas, cruzando el Atlántico hasta América del Sur. A pesar de tocar con grandes directores como Mengelberg, Furtwangler, Knappertsbusch y Muck, el público solamente comenzó a prestarle atención a Milstein cuando hizo su debut vienés, tocando ante una audiencia que incluía a Arnold Schoenberg, Alban Berg, Karl Amadeus Hartmann y el crítico Julius Korngold, quien escribió una delirante reseña del concierto.
En verano de 1926 mientras se encontraba en París, Milstein buscó al violinista Eugene Ysaye. Pero el belga dijo, “Usted toca bien Paganini, también Bach; ¿qué más quiere?” No obstante, Milstein pasó unos pocos meses con él, aprendiendo prácticamente nada, pero dejó París con la inspiración de Ysaye.
Interpretó el Primer concierto de Goldmark con la Orquesta de Filadelfia bajo la dirección de Stokowski en su debut en Estados Unidos en 1928. Obtuvo la ciudadanía norteamericana durante la Segunda Guerra Mundial, aunque después estuvo alternativamente asentado en París y Londres. También enseñó de forma particular y en la Julliard School y el Conservatorio de Zurich en sus últimos años, pero no hasta el punto de Menuhin. Dijo con respecto a la enseñanza: “Trato de no imponerles mi forma, no enseñarles a tocar, ni siquiera, sino ayudarles a pensar”.
Los violinistas educados por él incluyen a Salvatore Accardo y Erick Friedman.
A los 82 años de edad, Nathan Milstein dio un recital que sería el último (pero él no esperaba que lo fuera) en Estocolmo. Fue grabado y filmado como un documental titulado “Master of invention” (no está disponible por el momento). Entonces llegó su concierto final en 1987, antes mencionado.
Milstein murió el 21 de diciembre de 1992, en Londres.
Nathan Milstein: Paganiniana
Nathan Milstein: Sonata para violín y piano no. 9 en La mayor, op. 47 ("Kreutzer"), primer movimiento.
Tercer movimiento:
Traducido (parcialmente) de: The most nearly perfect violinist of his time. The story of Nathan Milstein, by Loke Hoe-Yeong.
véase el art. original y completo en:
5 comentarios:
Hola Sara:
Te dejo mis direcciones:
enriquellamas15@hotmail.com
elhenry666@gmail.com
SALUDOS
Ah! y hablo español. Soy de México.
Hermosa foto la del encabezamiento! Siempre quedo preguntandome como será ser tan virtuoso, hará falta un pacto con el demonio o algo asi?
Hola Kabir! Mirà, si fuera suficiente con hacer un pacto con el diablo... no te das una idea de lo que yo serìa de virtuosa... Aydiossssssssss.... te imaginàs? Bueno, hice un par de correcciones, agreguè unas fotitos... Gracias por escribirme, un beso enorme, hasta pronto!
Listo, ahì te mando un mail, gracias!!!!!
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